(Con información de "Receptor.Com")
Receptor/Gustavo Castillo. La vida puede dar un vuelco de 360 grados en solo un segundo, en un destello, para bien o para mal. El destino al que todos estamos expuestos, la vida que nos tocó vivir, con un pequeño o gran esfuerzo puede variar, eso es casi seguro.
"El Molinito no llega a ser ni siquiera una colonia. Es considerada por el Municipio de Naucalpan como un fraccionamiento.
Jardines de El Molinito es una de esas zonas que creció a golpe de la necesidad. Con casas todavía con fachadas de ladrillo gris y con una gran explosión comercial desde hace ya varios años.
Sus callejones estrechos y de subida donde los choferes de “la micro” ponen a prueba sus mejores aptitudes, El Molinito es tal vez una de las colonias más afamadas del rumbo.
De lo que más se quejan sus habitantes, además del aumento del predial hace un par de años, es de la alta incidencia delictiva que priva a todos de tranquilidad.
Bueno, pues de ahí, de El Molinito es el “Cantinflas y “Chucho”, dos pequeños que han visto de cerca la vida de las calles de esa zona.
Sus amistades, seguramente muchachos sin oficio ni beneficio en el mejor de los casos, para mejores señas mozalbetes que asaltan al que esté mal parado.
En una de sus andanzas fuera de su ruta, el Cantinflas y el Chucho llegaron a la reja de la FES Acatlán y les llamó la atención algo. Uno grupo de chamacos que recibían gritos de un adulto. Corrían, daban marometas y se pegaban unos a otros.
“Esta chido”, seguramente pensaron y sin más se fueron acercando poco a poco. En un par de días ya estaban adentro y no faltó algún papá o mamá de esas que les gustan hacerle plática a cualquiera y les preguntó, ¿como se llaman niños?
Ahí comenzó todo, los invitaron a entrenar, a no faltar, a adaptarse a la disciplina del fútbol americano, a ser parte del equipo. Pero no paró ahí, el Cantinflas y el Chucho, fueron “adoptados” por decirlo así por una de esas familias que son “buena onda”. Les daban de comer, de vestir, les daban unos pesos para sus gastos de transporte con la promesa de que no faltaran a entrenar.
Les daban apoyo, hasta con sus padres fueron a hablar para que no hubiera problema. Es más ,uno de ellos no tenía ni acta de nacimiento y se la tramitaron. El año pasado jugaron en la categoría de Ponys y Falcons, el Cantinflas tenía 12 años y el Chucho 10. Uno de ellos salió buen corredor. Los chamacos han respondido a la ayuda. Van a la escuela, no faltan a entrenar y no se meten con nadie.
El Molinito seguirá ahí, como otros barrios, duro para muchos pequeños como el Cantinflas y el Chucho, donde las alternativas de esparcimiento y desarrollo se cuentan con los dedos de una mano y sobran.
Solo es un poco de ayuda pero para algunos puede significar mucho, mucho mas que eso."
"El Molinito no llega a ser ni siquiera una colonia. Es considerada por el Municipio de Naucalpan como un fraccionamiento.
Jardines de El Molinito es una de esas zonas que creció a golpe de la necesidad. Con casas todavía con fachadas de ladrillo gris y con una gran explosión comercial desde hace ya varios años.
Sus callejones estrechos y de subida donde los choferes de “la micro” ponen a prueba sus mejores aptitudes, El Molinito es tal vez una de las colonias más afamadas del rumbo.
De lo que más se quejan sus habitantes, además del aumento del predial hace un par de años, es de la alta incidencia delictiva que priva a todos de tranquilidad.
Bueno, pues de ahí, de El Molinito es el “Cantinflas y “Chucho”, dos pequeños que han visto de cerca la vida de las calles de esa zona.
Sus amistades, seguramente muchachos sin oficio ni beneficio en el mejor de los casos, para mejores señas mozalbetes que asaltan al que esté mal parado.
En una de sus andanzas fuera de su ruta, el Cantinflas y el Chucho llegaron a la reja de la FES Acatlán y les llamó la atención algo. Uno grupo de chamacos que recibían gritos de un adulto. Corrían, daban marometas y se pegaban unos a otros.
“Esta chido”, seguramente pensaron y sin más se fueron acercando poco a poco. En un par de días ya estaban adentro y no faltó algún papá o mamá de esas que les gustan hacerle plática a cualquiera y les preguntó, ¿como se llaman niños?
Ahí comenzó todo, los invitaron a entrenar, a no faltar, a adaptarse a la disciplina del fútbol americano, a ser parte del equipo. Pero no paró ahí, el Cantinflas y el Chucho, fueron “adoptados” por decirlo así por una de esas familias que son “buena onda”. Les daban de comer, de vestir, les daban unos pesos para sus gastos de transporte con la promesa de que no faltaran a entrenar.
Les daban apoyo, hasta con sus padres fueron a hablar para que no hubiera problema. Es más ,uno de ellos no tenía ni acta de nacimiento y se la tramitaron. El año pasado jugaron en la categoría de Ponys y Falcons, el Cantinflas tenía 12 años y el Chucho 10. Uno de ellos salió buen corredor. Los chamacos han respondido a la ayuda. Van a la escuela, no faltan a entrenar y no se meten con nadie.
El Molinito seguirá ahí, como otros barrios, duro para muchos pequeños como el Cantinflas y el Chucho, donde las alternativas de esparcimiento y desarrollo se cuentan con los dedos de una mano y sobran.
Solo es un poco de ayuda pero para algunos puede significar mucho, mucho mas que eso."
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